martes, 17 de marzo de 2009

Y paf!



Ya me imagino como serás, ya quiero ver ese brillito en tus ojos que una vez encontré en mi angelito de casi tres años...Ahora Dios me bendice con otro de sus ángeles para que lo cuide y me entregue momentos tan dulces como ya he experimentado.

A veces te canto o te hablo esperando que me oigas, que te sientas bien ahí dentro, protejida (o), acaricio mi vientre que aun no muestra señales de que estás aquí, por ahora. Espero deseosa volver a ese cuartito y verte una vez más en la pantalla, como si fuera una pelicula, y saber que estás bien.

Sin lugar a duda llegaste para cambiar mi mundo, para alegrarlo, para hacerlo aún más dulce y maravilloso ... Llegaste para quedarte y feliz, una vez más, de recibir otro angelito en mi vida.

(Imagen de Montse Martin "Babymami")

jueves, 12 de marzo de 2009

Olor a chocolate.


Hace años que no sentía tan maravilloso olor. El chocolate se encuentra en varios lugares y todos tienen una caracteristica distinta, pero ese olor en partícular me llevaba a mi niñez, a mis años en Seminario en la casa de mis abuelos y en esos bellos recuerdos que quedan en fotografías.
Fué caminando por Barrio Paris, buscando algo específico, hacia un calor horrible y eso que ya es Marzo. Aún quedan esas tiendas antiguas, esas que no quieren desaparecer y nos recuerdan los años "dorados" de Santiago, cuando las damas vestían elegantes vestidos y los caballeros andaban con sus sombreros y relojes de bolsillo. Pasé por una lavanderia, una peluqueria y llegué finalmente a esa "Chocolatería" que todavía tiene ese toque de los años 20, con frascos y vitrinas llenas de chocolates, dulces y mazapán.
Me quedé un rato observando hasta que los vi, los famosos chocolates de leche y chocolate en rama. Recordé como mi Tata me tenía esos chocolates todos los sábados cuando ibamos a almorzar a su casa, nunca supe donde los compraba, pensé que era por San Diego, donde él trabajaba, pero no habían chocolaterias en ese sector solo unas cuantas botillerias y "puntos dulces" donde vendian chocolates de marca por mayor.
Entré a la tienda y pedi 100 gramos de cada uno. Los metieron en unas bolsitas blancas y el señor me sonríe, los pago y me voy. Me siento en una banca y los abro...ese sabor tan exquisito que sentí por tantos años y que por otros tantos había desaparecido. Hoy volví a reencontrarme con ellos y como nueva tradición por lo menos una vez por semana tengo que ir (o trato) y sentir el olor a chocolate. (Y comerlos, obviamente)