“Andaba sola por Santiago Centro, para variar con cámara en mano, en esos barrios donde puedo ir mil veces en la semana, pero nunca me aburro de encontrar algo nuevo o maravillarme con algo viejo. Estaba simulando trabajar cuando en verdad vine a buscar un poquito de relajo, alejarme de lo cotidiano y, como dije allá arriba, buscar algo nuevo. Y lo encontré.
Vi esa librería por primera vez. Esperé unos minutos afuera, en la vitrina, mirando libros de literatura y cine. Decidí entrar porfin, el dueño, con sus veintitantos encima, lentes, con un aire a bohemio, me saluda con un “Buenas tardes”, le contesto y me hundo en esos miles de libros, usados, nuevos, para todos los gustos.
Llegue a la sección “Poesia” y me detuve harto rato, leyendo los titulos de los libros, cuando me re-encontré con Vicente Garcia Huidobro y su libro que perdí hace muchos años. Fue en Valparaíso, y lo lleve, pues siempre me gustó leer en un rinconcito de la casa, donde había una ventana que daba al mar. Juré haberlo metido en mi mochila, pero al llegar a Santiago, ya no estaba.
Lo tomé, lo miré, “Altazor” decía. Lo abri, vi la imagen del paracaídas que esta en la portada y lei un poco del prologo. “Y reveló que era un un ángel salvaje que cayó una mañana en su poema Altazor”.
No lo pensé dos veces, me diriji a la caja y lo compré. Di las gracias, me despedí , Sali de la librería y me fui caminando por Lastarria, con el libro entre mis brazos.
En el metro de vuelta a mi casa, me fui leyendo el libro. Fue volver a sentir esos ratos felices frente a la ventana en Valparaiso, hundiendome en las palabras de Huidobro, pero esta vez en Santiago y ahora si que no lo volveré a perder. Lo juro.”
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